Ante la explosión de desinformación médica tras la pandemia del covid-19, YouTube (propiedad de Google), comenzó en 2022 a perseguir contenidos antivacunas y después a los que fomentan los trastornos alimentarios.

Un año después, la plataforma de videos asegura querer ahondar en las medidas y rastrear la información falsa sobre el cáncer, señalando que las personas diagnosticadas con esa enfermedad «a menudo acuden a internet para informarse sobre los síntomas y los tratamientos, y para encontrar un sentido (de pertenencia) a una comunidad».

A los internautas que publiquen información falsa sobre la salud se les borrará el video y después de tres publicaciones repetidas, se les bloqueará el canal o incluso la cuenta.
Aunque YouTube defiende un proceso a largo plazo, «no hace más que cumplir sus obligaciones», advierte a AFP el sociólogo Laurent Cordonier, de la Fundación Descartes, un organismo francés sobre cuestiones de información.