El 9F, el día en que el autoritarismo de Nayib Bukele quedó al desnudo

El mismo presidente que prometió pasar la página de la posguerra y que ofrecía un estilo relajado y juvenil de gobernar, protagonizó el retorno al pasado más agrio y peligroso de El Salvador: ese donde los militares eran instrumentos de intimidación del régimen despótico de turno.

El mismo presidente que se subió a la plataforma anticorrupción y exigió devolver lo robado decidió emplear recursos del Estado para movilizar a sus fanáticos en un intento por intimidar a los diputados.

A juicio de varios periodistas y analistas, poco tuvo que ver el préstamo de $109 millones con la toma violenta del Congreso. Más allá de la presión a los diputados, afirman, se trató de mandar un mensaje del estilo de gobernar de Nayib Bukele, menos preocupado por el diálogo y más por el espectáculo y avanzar su agenda sin controles.

Por ello, el 9F no luce como un evento aislado. No parece ser una equivocación ni un arrebato impulsivo del mandatario. Por el contrario, parece ser una pieza más en el rompecabezas de cómo Nayib Bukele ve su mandato y cómo, al perfilar enemigos e intentar derrotarlos, busca compensar la falta de planificación y de grandes programas de su gobierno.

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